La semana pasada vivimos momentos en nuestra ciudad que, con la perspectiva que nos ofrecerá el tiempo, seguramente podremos calificar de históricos. La inauguración de la Ciba irá más allá de las numerosas apariciones en los medios de comunicación, y se sentirá -de manera notable y desde ya mismo- en la implementación de las políticas de igualdad municipales. Con una vocación de transformación social, sobre La Ciba pivotarán una serie de servicios destinados a reducir la vulnerabilidad que históricamente sufren las mujeres. Proyectos de carácter social, económico, solidario, de atención personalizada y de apoyo al tejido asociativo serán protagonistas de un equipamiento que marca un antes y un después en la lucha por el tratamiento igualitario de las mujeres en el municipio.
No se puede negar de ninguna manera: sobre las mujeres acechan peligros aparentemente invisibles. En efecto, las mujeres son objeto de diferentes embates ideológicos de carácter reaccionario que pretenden desarticular la fuerza que el movimiento feminista logró hace unos años alrededor del 8M. Así pues, observamos atónitos y atónitas cómo se minimizan las desigualdades que sufren, como se banalizan los acosos y las agresiones sexuales, como se acepta socialmente la prostitución cuando es en realidad una forma de violencia hacia las mujeres, y como admite la brecha salarial de forma inadmisible. La Ciba nace en un contexto desfavorable para el conjunto de las mujeres, pero inmejorable para la necesidad de trabajar de manera decidida por sus derechos, y para reivindicar a diario el espíritu del 8M.
Se trata de un hito que nos sitúa a la vanguardia de las políticas de igualdad. Un paso hacia el empoderamiento y la equiparación real entre hombres y mujeres, audaz e innovador. Una apuesta más del equipo de gobierno encabezado por Núria Parlon